Carlos Ruiz es escritor, director y actor. Un ex alumno y ahora profesor de la Escuela del Actor que no deja nunca de crear y que ahora presenta su primer texto largo editado.
“Solo quedará la lluvia” es el título del proyecto ganador de la V Convocatoria de autoría de Ultramar y la Fundación SGAE con la colaboración del Institut Valencià de Cultura, una acción que apuesta por el teatro de texto y la autoría.
El texto se ha presentado al público en formato libro dentro de lo que es una nueva editorial Sala Ultramar Edicions que pretende poner en valor el trabajo de la autoría y hacerla pervivir en el tiempo. El trabajo, tutorizado por la autora Begoña Tena, incluye además un prólogo teórico sobre la escena valenciana realizado por Ramon Rosselló.
Carlos Ruiz nos habla de su obra, de su punto de partida, del trabajo con Begoña Tena y de sus planes de futuro…
¿Se lee teatro en tiempos de pandemia? O mejor… ¿Se lee teatro con o sin pandemia?
Quien vive el teatro y tiene afición por leerlo, lo hace siempre que puede. Los textos son una fuente inagotable de historias y de inspiración para creadoras, actrices, actores… Al menos es mi caso. Cuando leo teatro mi cabeza no deja de trabajar con ese material. Imagino la propuesta escénica, imagino las intenciones, los movimientos… Resulta estimulante… Como una base para que uno juegue e imagine. Y qué mejor momento para hacerlo que estos tiempos en los que estamos tan limitados, pasando la mayoría de nuestro tiempo libre encerrados en casa.
¿Cómo surge “Solo quedará la lluvia”?
Hace años contactó conmigo Aitor Caballer, compañero y amigo, para encargarme un texto. Le apetecía contar una historia familiar que hablase de un viaje. Aquella idea (como suele pasarnos a todos lo que intentamos crear algo) quedó olvidada en un cajón y un día, hace dos años, volvió a aparecer. Entonces fue cuando lo vi todo claro. Ese viaje encontró un punto de partida, un destino y, sobre todo, una motivación. Lo único que faltaba era recorrer el camino que unía los dos puntos… Esa ha sido la verdadera aventura. El “Solo quedará la lluvia” que ha quedado tiene algo de ese espíritu, pero apenas se parece a la idea inicial. Lo que ha surgido es un proyecto totalmente personal. Un viaje en el que nunca vemos el recorrido físico de los personajes (que solo paran en estaciones de servicio idénticas), pero sí su recorrido emocional.
¿Qué nos puedes adelantar del texto antes de que nos lo leamos?
Bueno, bueno… Yo soy muy mirado con todo el tema de los spoilers… Así que voy a medir mucho mis palabras. El texto habla, como ya he dicho, de un viaje. Pero, por encima de todo, habla de una familia. Acompañamos a una madre y a sus dos hijos en un viaje por carretera. De hecho así es como se llaman los personajes en el texto: “MADRE”, “HIJA”, “HIJO”… Porque, en cierto modo, eso es lo que les define a nivel individual y también como parte del grupo. A lo largo del recorrido harán tres paradas, que son las tres escenas en las que se divide el texto. La primera de ellas es en el pueblo de la infancia, en el que vivieron hace muchos años… pero del que tuvieron que marcharse. Ese día, además, hay una tormenta muy fuerte causada por una alerta de huracán. Aunque ellos no detienen su viaje… De hecho viajan hacia esa tormenta…
¿Cómo ha sido trabajar en la residencia tutorizado por Begoña Tena?
No soy un tipo muy místico, pero aquí siempre respondo lo mismo. Yo ya sabía que mi tutora iba a ser Begoña antes de que me lo comunicasen desde la sala. No sé por qué, pero tenía la corazonada de que ella iba a ser la persona que me asignarían para el proyecto. Y así fue. Conocí a Begoña justamente en la Escuela del Actor, cuando dirigió el montaje de final de carrera de “Infames”, y noté una conexión con ella y con su imaginario. Es una autora maravillosa y también una actriz fantástica. Tiene algo en su escritura que me resulta muy cercano a cómo quiero que suene mi propia voz como autor. Ella tiene muchos recursos, muy buenas ideas y es, además, una psicóloga excelente… que es algo que, al final, hace mucha falta en el proceso. Repetiría mil veces más la experiencia con ella, de verdad.
¿Cómo sienta tener publicado un libro?
Sienta de maravilla. La mayoría de veces que hacemos cosas en teatro, nacen y mueren muy rápido. Constantemente tenemos ideas que plasmamos en el texto. Ensayamos, hacemos vestuario, escenografía, las ponemos en pie y luego… a por el siguiente proyecto. Así es un poco esta lucha por estar ahí. Pero una publicación es, en cierto modo, como un espacio de exposición permanente. Es una idea que ha pasado al plano de lo físico. Ya es una idea tangible, palpable. Has llegado ahí, has escrito eso y ahí queda y quedará para siempre. Siempre que haya alguien que quiera leerlo, claro. Dicen que en esta vida uno tiene que escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol… Voy a tener que empezar a meterme caña con las otras dos…
¿Tienes planes de futuro para este texto?
Tengo el plan más grande que puede haber, claro… que es ponerlo en pie. Además de autor, soy actor y director. Siempre tengo un ojo puesto en la escena, en cómo quedaría eso que escribo sobre un escenario. De hecho, fue algo de lo que me costó mucho deshacerme durante la escritura del texto. Acostumbrado a escribir siempre cosas que luego yo mismo tengo que adaptar a pequeños formatos o festivales, de repente tenía la libertad de escribir todo aquello que imaginase, pensar a lo grande, sin necesidad de saber luego de qué manera podría conseguir esos recursos. Así que no me limité a nada y ahora me va a tocar (a mí o a quien quiera montarlo) representar de la mejor manera posible todo eso que he escrito. Va a ser toda un viaje, eso lo tengo claro. Pero al final de eso va esta historia.